La Capilla Real es un templo elaborado por manos indígenas de planta cuadrada, edificado sobre el antiguo templo a Quetzalcóatl, formada por 7 naves de igual anchura, excepto la central que es más amplia. Los soportes son pilares octagonales, pero tanto los capiteles como las bases son dóricos de perfiles clásicos. Los fustes de las columnas de la nave central son cilíndricos. Sobre los cuatro arcos de cada tramo cabalga una cúpula. En total son 12 columnas, 24 pilastras octagonales, 12 soportes que dan paso a las 49 cúpulas y 14 capillas con bóvedas de arista.
A la entrada del templo se encuentra la pila bautismal del siglo XVI, que tiene labrado un calendario indígena. Las pinturas aluden principalmente a las apariciones Guadalupanas y de la Virgen de Ocotlán, así como al apóstol San Pedro, abogado de las almas del Purgatorio. Casi todos estos cuadros requieren restauración.
En el atrio “patio o lonja, el mayor y más hermoso de la Nueva España, se admiran las capillas posas y una cruz atrial del siglo XVII.
La planta arquitectónica de la Capilla Real, contra la opinión vulgar, no está inspirada en alguna mezquita islámica, sino en la concepción cósmica de los antepasados mexicanos. Las nueve de norte a sur representan los nueve niveles de la tierra al cielo. Las siete naves de oriente a poniente representan a Chicomecoatl, la Madre Tierra, cuya fiesta sigue celebrándose en la Capilla Real con el nombre de Altepetlhuitl o Fiesta del Pueblo (el domingo anterior a Pentecostés). A esta festividad acuden las imágenes patronales bellamente adornadas con frutas, calabacitas, chiles, mazorcas, pan y demás todo en agradecimiento a lo que se cosecho durante el año.
Colaboración: Edgardo Arce Ramírez.
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